EDUCACIÓN PROHIBIDA
Profesores sermonean a
Micaela porque se atreve a cuestionar la escuela. Le dicen que se deje de
perder el tiempo, que se centre en graduarse para ser alguien en la vida.
Micaela contesta, lapidaria, “pero yo ya soy alguien en la vida”. Al principio
me entró un fresquito por dentro, celebraba y reía de satisfacción por la
respuesta de una adolescente lúcida y rebelde que se atrevía a salir del surco.
Pero luego, así sin más, comencé a llorar como niña desconsolada. Tal vez
saltaron mis resortes de adolescente incomprendida o de madre fagocitada por
“La Matrix” replicando los condicionamientos heredados sobre mis hijas, cuando
no conseguían pasar algún examen en bachillerato. Esa fue una de muchas escenas
de La Educación Prohibida que me tocaron el alma una y otra vez durante las dos
horas y media de este proyecto audiovisual para transformar, como bien lo
llaman sus creadores. Varias veces tuve que poner pausa para darle tiempo a mi
catarsis, recuperarme y continuar viendo el intenso documental que sin duda, a
nadie dejará indiferente. Una propuesta que apela de un modo orgánico y genial
a géneros como la entrevista, el drama, la animación, entre otros recursos,
aderezada de efectos especiales creados con programas de licencia libre. “Todo el
mundo habla de paz, pero nadie educa para la paz, la gente educa para la
competencia y la competencia es el principio de cualquier guerra ” … “La
sociedad nos hace más ignorantes porque nos da respuestas prefabricadas en la
filosofía, la política, las religiones. Así matan las preguntas y la capacidad
de aprender”…”. “Los niños pierden su curiosidad y sus ganas de aprender porque
están hartos de que se les diga qué deben hacer y qué no deben hacer”… Estas
son algunas de las reflexiones que nos llaman a botón en La Educación
Prohibida, y que fueron recogidas a lo largo de más de noventa entrevistas
hechas a educadores, autores, madres, padres, académicos… en un recorrido a lo
largo de ocho países de Iberoamérica por cuarenta y cinco experiencias
educativas no convencionales, con el propósito de mostrar alternativas más
humanizadas y abrir el debate sobre un sistema educativo hegemónico y caduco,
que no ha podido adecuarse a los vertiginosos cambios de estos tiempos, y que
desde hace rato ya, navega cual barco al que le entra agua por muchos huecos.
La Educación Prohibida es un proyecto que nace en el año 2010, gracias a la
inquietud de un joven argentino recién graduado en comunicación audiovisual.
Con apenas veintiún años, Germán Doin, director de esta película, movido por
sus propias experiencias dentro del sistema educativo, emprendió junto a otros
compañeros, una investigación que derivó en un cortometraje. Lo subieron a
YouTube y la respuesta del público desbordó las expectativas. Como una planta
que crece nutrida y apoyada por el medio ambiente, comenzaron a llover
propuestas y llegar recursos que abonaron e hicieron crecer el proyecto hasta
lo que ahora es un estupendo y original largometraje estrenado mundialmente el
13 de agosto del 2012. El mismo Doin aclara que el objetivo de esta película no
es ganar dinero, sino fomentar un cambio de conciencia, cuestionar los
paradigmas obsoletos, para lo cual, todos deben tener acceso al material,
porque como agrega el joven director, “el nuevo paradigma educativo es
propiedad de la humanidad y esta película también”. Así que, amados lectores,
sepan que La Educación Prohibida es de licencia libre y puede descargarse,
distribuirse y proyectarse gratuitamente en todo el mundo a través de la Web
oficial del proyecto www.educacionprohibida.com Definitivamente, esta peli se
las trae, y es bastante afín a los principios de crianza respetuosa que divulgo
en Inspirulina y en otros espacios. Arriba pueden ver el tráiler oficial, y acá
el largometraje completo. Les invito a disfrutarla y discutirla en familia, con
los hijos, con amigos, en las escuelas, con los docentes, representantes y
alumnos… Es una excelente oportunidad para abrir espacios de reflexión y debate
capaces de dar cabida a nuevas alternativas y modelos diversos, coherentes con
las necesidades reales y actuales de todos los individuos implicados en el
proceso educativo. Un proceso que, nada más ni nada menos, define la felicidad
y la libertad de la humanidad. La transformación sí es posible y está en
nuestras manos.
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